martes, 11 de diciembre de 2012

Cuento: NOELIA QUIERE UNA TORTILLA

¿No te ha pasado nunca que de repente te entran muchas ganas de comer algo rico y que seguro no hay en tu casa? Es un deseo muy fuerte de incarle un diente a una pizza, a un trozo de chocolate, a un buen pedazo de pastel o a unos macarrones con tomate. A Noelia aquel día se le había antojado una buena tortilla francesa. - ¡Qué antojo más raro, Noelia! – le había dicho su amigo Carmelo, cuando en medio del recreo Noelia le había confesado que en vez de aquella manzana ácida, lo que le apetecía era una rica tortilla francesa. - Pues sí que es raro, pero qué quieres…¡se me antoja eso! Es que mi papà las hace muy ricas, altas, esponjosas y sabrosas…! Tenía razón, el padre de Noelia hacía las mejores tortillas francesas del mundo. Era capaz de voltearlas en el aire una vez y otra vez con un estilo, que ya querrían para si los grandes cocineros franceses. Aquel día, Noelia no dejó de pensar ni un minuto en la deliciosa tortilla de su papá. Por eso, cuando por fin llegó a casa, antes incluso de ponerse a hacer los deberes, Noelia le dio un fuerte abrazo a su papá y le pidió que por favor, por favor, por favor le hiciera para cenar una tortilla francesa. - Pero si hemos comprado pescado. No puede ser Noelia… - Papá, es que tengo muchas ganas…Llevo todo el día pensando en lo mismo, por favor… Y tanto insistió que al final a su papá no le quedó otro remedio que aceptar. Eso sí,le puso sus condiciones: - De acuerdo, dejaremos el pescado para mañana, pero tendrás que ser mi asistente de cocina. Pero antes…¡a hacer los deberes! Noelia sacó el cuaderno de Mates y terminó los problemas, copió las palabras del dictado que había escrito mal, y terminó de pintar una lámina que le había quedado a medias en Plástica. - Ya está, papá. ¿Hacemos la tortilla? Tal y como le indicó su papà, Noelia abrió la heladera y buscó los huevos. Sòlo quedaba uno y era un huevo raro, más grande que el resto y con un blanco mucho más brillante de lo normal. - Mira, cáscalo contra el plato y comienza a batirlo – le dijo su papá mientras se ponía el delantal. Pero cuando la cáscara del huevo hizo ¡¡crac!!, su papá y Noelia se llevaron el susto más grande de su vida. En vez de la yema, amarilla y redonda, se encontraron un extraño y diminuto animal. - Pe..., pero, pero… – balbuceaba el padre sin saber muy bien qué decir. - Papá, es un dragón, es un dragón enano. Es un dragón igualito, igualito a los que salen en los cuentos… - Pero, pero, pero…¿cómo va a ser un dragón? Para resolver todas las dudas del papá, el minúsculo dragón resopló y unas pequeñas llamas de fuego salieron de los orificios de su narìz. - Pero, pero, pero…¿de dónde saliò este dragón? - Pues, saliò del huevo papá, ¿no lo viste? – Noelia pensó por un momento cómo era posible que una persona tan despistada como su papá pudiera hacer unas tortillas tan deliciosas. - Claro que lo vi, pero no lo puedo creer. ¿Qué hace este dragón aquí? Una vez más el dragón fue el encargado de resolver todas las dudas de Papá. Noelia se aburría en su casa y decidiò salir a dar una vuelta, en companìa del dragòn, claro. - Pero, pero, pero…¿cuál es tu hogar?. Caminò, caminò sin encontrar respuesta y volviò a su casa. Y por mucho que el dragón trató de explicarle de dónde venía, ni el papá ni Noelia eran capaces de entender dónde podrìan encontrar el hogar del dragòn. - ¿Qué dices de los libros de fantasía? ¿tú entiendes algo?, preguntò el papà. Menos mal que en aquel momento llegó de trabajar la mamá. (que trabajaba por las tardes y llegaba a casa justo después de que Noelia hubiera cenado. Justo a tiempo para contarle un cuento antes de dormir). Cuando la mamá vio el desastre en la cocina: cáscaras de huevo, un dragón diminuto y lo peor de todo, Noelia sin cenar, se enfadó muchìsimo...y bueno... - Pero, pero, pero…¡es que tenemos un dragón! - Sì, claro, ¡un dragón! – exclamó como si fuera lo más normal del mundo – Seguro que se ha escapado de algún libro. Pasa muchísimo. Se aburren de que nadie los lea y salen a dar una vuelta, y luego no saben volver. - Pero, pero, pero…¿ahora que hacemos? - Muy fácil, tenemos que encontrar de cuál de todos los libros de cuentos que tenemos se ha escapado. Así que los tres se pusieron manos a la obra a rebuscar por todos los libros de la casa. Por fin, cuando ya llevaban media hora abriendo y cerrando libros, el diminuto dragón comenzó a soltar más fuego por la nariz que de costumbre. - Es ahí, es ahí. ¡¡Seguro!! Allá voy… Dicho y hecho. En un periquete el dragón volvió a su libro y la mamá , el papá y Noelia volvieron a la cocina. Como no quedaban más huevos, Noelia no tuvo otro remedio que comerse el pescado. Después, su mamá le contó un cuento antes de dormir. Por supuesto, aquella noche, el cuento elegido fue el del dragón que se había escapado de su historia. Para que no se aburriera y tuviera ganas de volver a la realidad… - Pues así acaba la historia, Noelia. ¿Te ha gustado? Claro que le había gustado. Es cierto que su papá hacía unas tortillas francesas deliciosas, pero no había nadie en el mundo que contara los cuentos como su mamá. Y acto seguido se durmió profundamente.

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